Archivo de junio, 2010

Cuando la administración se olvida de a quién sirve.

Posted in People with tags , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , on junio 20, 2010 by improvablog

Esta semana ha saltado a las pantallas de televisión y ha provocado que corran ríos de tinta, el incidente con una estudiante, Emma Busons, que por un error en el pago de las tasa de inscripción a la selectividad, al que ella era ajena, ha quedado apartada del acceso a las pruebas de selectividad a pesar de obtener una media en sus calificaciones de bachillerato de 9,4.

Cuando cerca ya de la fecha del examen, el colegio se dio cuenta de la incidencia, intentaron resolverla dirigiéndose a la administración competente en estos casos. Pero, tal como describe Pilar Rahola en la columna que escribió para La Vanguardia,

«se encontraron con una pared en forma de funcionaria que, apelando de forma intransigente a las normas, le dijo que no tenía nada que hacer. Y la enviaron al Tribunal de Incidencias, el cual, según aseguran, «no está para estos casos».

¿Y esto es un caso raro? Pues no, te lo encuentras constantemente en todas las organizaciones. El proceso se define para cumplir un objetivo, permite ser más eficiente en realización de una tarea y garantizar unos mínimos de calidad. Pero el fin del proceso en sí sigue siendo conseguir algo, ya sea fabricar una pieza con excelente calidad a un coste controlado o facilitar el acceso a la Universidad priorizando a los alumnos mejor preparados. Pero el proceso, con los años, acaba convirtiéndose en fin y los empleados de las empresas se acaban olvidando  de que están para servir a los clientes, tal como acostumbra a rezar en la misión de la compañía, y los funcionarios de que están para servir a los ciudadanos. Convierten  a la organización en una máquina.

Cada uno canaliza sus inseguridades como mejor puede, a mí me gusta ayudar a los demás y me gusta aprender, el conocimiento y el apoyo de los demás me proporcionan seguridad; soy poco sistemático, afortunadamente, hay gente en mi equipo que lo es por mí. Y hay a quien le gusta atarse  a normas, ser rigurosos y sistemáticos, les facilita la vida. El seguir las normas a rajatabla les da la tranquilidad de que no están equivocándose y de que siempre tendrán un argumento al que echar mano para defender su actuación en todo momento. Pero

 el mundo es bastante más complejo que lo que cualquier procedimiento pueda cubrir, para ello existe la gestión.

La gestión es aquello que se inventó para asegurar que un organismo sigue cumpliendo sus objetivos aunque el entorno cambie y se empeñe en que mis procesos no sirvan para el fin para el que fueron concebidos. La gestión permite identificar esos cambios en las condiciones de contorno y replanificar cuando la demanda no es la prevista, permite decidir si un pedido inesperadamente grande lo servimos a un precio fuera de tarifa para no perderlo y sirve para decidir si un error administrativo debe frustrar los objetivos personales de una excelente estudiante universitaria. Servir ese pedido inesperadamente grande permite conseguir los objetivos de rentabilidad de la compañía, planificar más recursos de los previstos permite seguir cumpliendo nuestro plan de entregas a cliente y permitir a Emma examinarse permite que una excelente estudiante, aspirante a ser una excelente profesional, pueda salvar la vida de mi hija dentro de 20 años. Yo quiero que Emma sea médico, que lo sea lo antes posible; es más, el país entero necesita que estudiantes como Emma puedan ejercer su función en la sociedad lo antes posible. Esa es la misión de nuestra administración, esa es la misión que nuestros burócratas parecen haber olvidado y que debería estar por encima del procedimiento.

En el caso de Emma sus padres y tutores acudieron a un tribunal de incidencias, que rechazó su reclamación. El tribunal de incidencias debía ser ese organismo de gestión que marcase la diferencia entre que la administración fuese una máquina que trata a los ciudadanos como números o fuese humana y cumpliese por encima de todo esa misión que para con los humanos tiene. Sin embargo, alguien había decidido mecanizar/burocratizar también el comité de incidencias, que tan sólo es capaz de contemplar dos o tres motivos para que una reclamación sea admitida, facilitando de esa manera la vida de los miembros del tribunal. Un desastre, vamos.

Lo lamentable es ver a Josep Ribes, Director de Universitats defendiendo en TV3 la actuación en el caso. Lo defiende ateniéndose a las normas y olvidando para que están aquí él y los empleados de la organización que dirige. En pocas ocasiones se puede encontrar a un Directivo haciendo un ejercicio público tan evidente de incompetencia, irresponsabilidad e inmoralidad. Si, se incumplió el procedimiento ¿y qué más da? ¡ese no es el problema! ¿Este hombre es capaz de imaginarse la desesperación de Emma y quedarse tan tranquilo? Pienso en ella y me viene a la mente el cuadro de Edward Much «El Grito», que ilustra este post.

La semana pasada publicaba mi amigo Antonio una entrada en su recién estrenado Blog en la que tomaba una cita de Marco Tulio Cicerón con recetas para salir de la crisis que asfixiaba a la decadente República Romana:

“El presupuesto tendrá que estar equilibrado, el tesoro tendrá que volver a llenarse, la deuda pública se tendrá que reducir, la arrogancia de la burocracia tendrá que ser atemperada y controlada y la ayuda a las tierras extranjeras tendrá que eliminarse para que Roma no entre en la bancarrota. El pueblo debe otra vez aprender a trabajar en vez de vivir de la asistencia pública” (Cicerón 55 aC).

Ese es el discurso de Josep Ribes: arrogancia burocrática que pretende defender lo indefendible.

AUTOR: Fernando Gastón Guirao

Asterix, Obelix y la burbuja especulativa

Posted in People with tags , , , , , , , , , , , , on junio 13, 2010 by improvablog

Hace ya muchos años que empecé a leer las historias de Astérix. Astérix y los juegos olímpicos fue el primero que me regalaron a finales de los 70, desde entonces, toda la colección ha pasado por mis manos. Sólo los que han leído las historias del galo y su gordo compañero son conscientes de los puntos de ventaja que su lectura proporciona a la hora de abordar una buena partida de Trivial. La geografía europea y toda su terminología romana: Helvecia, Lutecia, Hispalis,… las tradiciones de cada país: los toros en España, las fondues Suizas,… la historia de Roma/Europa, …

Pero la relectura de las historias de Astérix, ahora ya de la mano de mis hijos, me ha deparado una verdadera sorpresa al descubrir una lección de economía y, más en concreto, una lección sobre el proceso de creación y destrucción de las burbujas especulativas sobre activos. Resumo la historia:

Después de haber arrasado una vez más un campamento romano, el César se muestra desesperado de su incapacidad para doblegar a los galos. Cayo Coyuntural le sugiere un maquiavélico plan para forzar la decadencia de la Galia.

Cayo empieza a comprar menhires a Obélix mediante el crédito ilimitado que le concede el gobierno. Obélix, seducido por las potenciales ganancias en sestercios que el negocio le proporciona, deja de cazar jabalíes para dedicarse a la producción, venta y distribución de menhires. Poco a poco casi todo el pueblo entra en la dinámica. Unos cazan para Obélix, que ya no dispone de tiempo para ello, aunque es lo que más le gusta, otros pican piedra para él y otros le tejen lujosas vestimentas.

Astérix está desolado pues su amado amigo ya no le hace caso y no le acompaña, tan sólo le preocupa ganar más. Sus reflexiones con Panorámix(el druida) no tienen desperdicio. Ambos están especialmente extrañados, pues no saben para que sirve tanto menhir, de hecho nadie lo sabe. A los demás les da lo mismo, como ganan dinero, pierden completamente de perspectiva la irracionalidad de lo que están haciendo…

Pronto la competencia empieza a surgir, el pescadero produce menhires, edadepiédrix(el vejete) también se une a la moda y lo mismo eseatumátix(el herrero).  Ante el exceso de oferta el gobierno empieza a comercializar los menhires, que compra a los galos, a todo el pueblo romano. Se convierte en un producto de moda, si no tienes tu menhir no eres nadie. Los propios romanos empiezan a producir menhires y ante el intento de veto por parte del César de su producción, la asociación de fabricantes se revela, ya que muchísimos puestos de trabajo dependen de esta industria.

Tanta sobreproducción, forzada por el propio panoramix que quiere desmontar el sistema y que proporciona la pócima a todo aquel que quiere producir, acaba haciendo quebrar el sistema. El precio del menhir esta por los suelos y ya nadie los quiere. Los últimos en enterarse de la crisis son los galos que siguen produciendo a destajo. Cuando descubren que ya nadie quiere sus menhires estalla la revolución. La tensión entre los galos crece y se produce una enorme batalla campal que acaba devolviendo las aguas a su cauce. El sestercio se devalúa y los campamentos romanos vuelven a ser arrasados para divertimento de los galos, que recuperan su espíritu y  lo celebran con una gran fiesta donde se ponen hasta las orejas de jabalí asado.

Si miramos la fecha en que este libro fue editado, descubriremos que data del año 1976, a medio camino entre las crisis del petróleo del 73 y la del 79. Goscinny y Uderzo ejemplifican con claridad como bajo las burbujas subyace una profunda crisis de valores en la que lo importante pasa a ser la acumulación de riquezas frente a la opción, claramente superior, de cazar jabalíes y reír con los amigos, lo mejor de la vida, para lo que los sestercios aportan poco. Que cada cual lo aplique a su vida personal a su manera.

Desde 1976 hasta hoy se han producido avances tecnológicos sin igual. Aunque no hemos vuelto a ir a la luna, en 34 años hemos creado internet, el Colisionador de Hadrones, el Hubble, la telefonía móvil,… sin embargo, seguimos sin tener ni idea sobre el funcionamiento de las dinámicas de nuestro sistema económico. Asterix y Panoramix han sido capaces de identificar a posteriori una burbuja y desinflarla teniendo que asumir las consecuencias negativas de ello, “La resaca after la fiesta”. Los economistas y financieros del mundo real siguen debatiéndose sobre la predictibilidad y la viabilidad de pinchar las burbujas, es decir no han avanzado nada, aunque el mecanismo por el que se producen las burbujas no parece ser mucho más complejo que el de un chupete. En la Harvard Business Review ha habido últimamente un cierto debate al respecto:

How to survive a bubble: ¿Se puede identificar el momento más adecuado para deshinchar una burbuja?

What Should We Do About Asset Bubbles? ¿Se debe intervenir en las burbujas o debe ser el mercado el que las desinfle?

Asset Bubbles Can’t Be Eliminated: Las burbujas son una mezcla de expectativas crecientes, instinto gregario borreguil y exceso de liquidez. Si eliminamos las burbujas tendremos inflación.

Como el instinto gregario seguirá (algún día os contaré mi teoría de la cola corta), los bancos seguirán prestando con más alegría cuando las cosas van bien que cuando van mal y el gobierno seguirá animando la economía inyectando dinero donde no debe y cuando no debe, podemos ir esperando las próximas burbujas: la de las energías renovables, la del cobre, la del CO2 y sus derechos, la del agua dulce,… Suerte y que cada uno saque tajada de la que pueda si sus valores se lo permiten, claro.

AUTOR: Fernando Gastón Guirao

Director General

Improva

Editor en jefe sumarísimo

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